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El Acabús, muestra del capitalismo salvaje

JULIO ZENON FLORES SALGADO

El sistema de transporte colectivo denominado Acabús, es una muestra del capitalismo salvaje, que debe ser desterrado de la faz de la tierra, para construir sociedades más humanas y desterrar de ese modo el fantasma de las rebeliones populares.
Por su impacto en Acapulco, es similar a los proyectos mineros o al conocido y rechazado proyecto de La Parota: a cambio de ofrecer progreso, provocan destrozos, desempleo y pobreza.
Los cientos de comerciantes pequeños y medianos que han estado protestando en las calles, con pancartas, para llamar la atención de las autoridades hacia su exigencia de indemnización, al haber visto extinguirse su patrimonio, constituyen apenas la punta del Iceberg, la burnuja visible de un tremendo daño social y económico que no ha sido suficientemente valorado por las autoridades; ellos han salido pronto a la calle, atosigados por sus pérdidas en su nivel de vida, porque se trata de pequeños negocios que viven al día, por lo cual tras meses de no poder operar normalmente, se ven asfixiados e imposibilitados de pagar salarios, rentas de locales, agua, luz, impuestos, que por ningún concepto los gobiernos depredadores o los arrendatarios, les perdonan, pero atrás de ellos o además de ellos, están los empleados, que caen en el desempleo cuando esos negocios pequeños cierran, y que por ende dejan de llevar dinero y comida a sus hogares.
Ese desempleo y falta de ingresos para subsistir, es problema que haya llevado, como una salida para ellos dado el grado de descomposición social y el alto nivel de impunidad que anida en Guerrero, a engrosar a la delincuencia.

Además de ellos -lo comerciantes que al protestar han conseguido al menos ser escuchados por el gobierno-, que de alguna manera pueden negociar aunque sea migajas –nótese que el frívolo secretario particular del gobernador, Everardo García Mondragón, les ofreció algo así como mil 600 pesos por negocio, para resarcir daños de meses de no poder trabajar-, están otras trantas decenas o cientos de comerciantes informales, que carecen de un reconocimiento oficial, sean ambulantes o semifijos, que laboraban en las banquetas desaparecidas o destruidas, o en los semáforos, que dejaron de funcionar, donde el verdadero lumpen -sin un número de seguridad social-, se agrupaba para sobrevivir, limpiando parabrisas, pidiendo limosna, vendiendo periódicos, ofreciendo aguas embotelladas o refrescos y jugos en bolsas de plástico, entre un sin número de vende-chácharas, que también pierden sus ingresos y que no tienen manera de ser considerados porque no tienen un local, ni facturas de lo que compran para vender, fayuca, discos grabados y embolsados artesanalmente o unos cuantos manojos de ajos o costales de cacahuates, y que son seres humanos que fueron arrojados de su lugar de subsistencia, desterrados de su único ingreso para vivir.
Y hay que contar también a las empresas medianas y grandes, que también sufren enormes pérdidas, pues sus frentes estuvieron semanas o meses, prácticamente sin acceso o bajo el polvo, como Sanborns, Woolworth, farmacias similares, centros médicos privados, Oxxos, y otros, cuyos productos no salían como siempre a la venta y las propinas no llegaban a meseras, garroteros, cocineros, etc; imagínese por ejemplo el restaurante California de Novedades, que estaba casi vacío por semanas o el 100 por ciento Natural de Las Hamacas y el propio León Rojo, o el Casa Verde, que junto al hotel El Cid, tuvo que cerrar sus puertas y rematar sus enseres de cocina (¿Dónde andarán ahora sus diligentes meseras, una de ellas que recién había dado a luz un bebé?, sin empleo, sin ingresos); las empresas periodísticas que también vendían su producto en las esquinas o cuyos puestos y voceadores también fueron movidos de lugar o obligados a cerrar aunque sea temporalmente, disminuyendo su circulación.
Los dueños de estas empresas grandes y medianas, quizás podrían aguantar el tiempo sin trabajar normalmente, pero sus empleados, quienes viven de la propina y la venta al menudeo, no.
¿Cuánta gente cree usted que vivía de ingresos que obtenía de actividades desarrolladas sobre el bulevar Vicente Guerrero, que lleva meses con su pavimento abierto, con las fachadas de los negocios ocultas por la obra, ennegrecidos del polvo, sin espacios para que los potenciales clientes se detengan a comprar?
El panorama que se aprecia y sobre el que pretendo llamar la atención es el de un avasallamiento de la economía de cientos o quizá miles de familias acapulqueñas, impulsado por el gobierno tan sólo para dar paso al dudoso “progreso” de tener un Metrobús.
Y digo dudoso progreso, porque no se sabe aún si realmente resolverá el problema del transporte colectivo de la periferia al centro (que por lo demás es un contrasentido, pues un buen economista, como es la profesión del gobernador Aguirre, debiera saber que hoy las tendencias mundiales de la economía van al revés, es decir, ahora se trata de desarrollar las periferias para no saturar el Centro ya explotado en demasía y que por ello lo correcto sería, desconcentrar la economía de Acapulco, crear fuentes de empleo en Zapata y Renacimiento, parques industriales, maquiladoras, agroindustria y hasta enlazar con medios de transporte de avanzada, como por ejemplo un tren ligero, al valle de La Sabana con la Zona Diamante, donde ahora está el desarrollo y donde laboran miles de acapulqueños, no traer más gente y más rápido a un centro agotado y agobiado) o si lo empeorará por los cuellos de botella que se formarán en las partes angosta de la avenida Cuauhtémoc.
Pero aún falta otro episodio en que el Acabús causará daño. Una vez en funcionamiento, según las autoridades sacará de funcionamiento al menos a 400 autobuses. Aunque la primera reacción es de alegría, porque uno sabe que esos autobuses son viejos, ruidosos y sus operadores unos barbajanes, una reflexión más a fondo nos dejara ver el drama humano que trae aparejada esa medida: que esos autobuses son el patrimonio familiar de muchos concesionarios, que sacaron el camión a crédito y que de eso viven, tanto el dueño como el chofer, el chalán, los mecánicos; son pues 400 desempleados más, 400 familias sin sustento, tanto sólo pensando en los 400 choferes, y otros 400 dueños, ya suman 800 y si cada uno trae al menos un ayudante o chalán, aumenta a mil 200 y súmele que para operarlos compraban refacciones en las pequeñas refaccionarias de la periferia, que son patrimonio de familias y que también dejarán de percibir ingresos.
Al margen de los problemas técnicos para que pueda operar ese Acabús, en avenidas que se estrechan en el centro de la ciudad, su imposición para nada puede ser considerado una buena medida para el desarrollo económico y menos como una medida que aplicaría un gobierno de izquierda, como se autodefinen  los del PRD y del Movimiento Ciudadano y ¿sabe porqué? Porque se atropella a cientos y miles de acapulqueños, se les condena a perder sus fuentes de ingreso para beneficiar a una sola familia: La familia de Carlos Slim, el dueño, de Cemex, que hizo el negocio de su vida con una obra de casi 2 mil millones de pesos y a la familia de quien sea el propietario del transporte articulado.
Su introducción a Acapulco es pues devastadora, una muestra real del capitalismo salvaje al que no importa sacrificar a cientos o miles de familias, para ayudar a los millonarios a hacer negocios; es en realidad una muestra de que quienes nos gobiernan se dicen de izquierda, pero aplican medidas de la derecha, lo cual los maestros marxistas, muchos de los cuales se fueron a especializar a Cuba, Vietnam, Alemania o Rusia, hoy ni ven ni oyen, por el miedo a perder sus confortables empleos en el gobierno.








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1 Comentarios

  1. es por eso que se dice que el PRD se convirtio en el brazo desterrador de los empresarios, cuantas familias se quedaran sin sustento economico, cuantos hijos de estas personas dejaran de comer o en el caso mas feo ¿Cuantos choferen engruesaran las filas de la ya de por si violencia implacable de acapulco. si bien es cierto que son un cafre la mayoria de los choferes y tambien los concesonarios son unos vale madre irresponsable que ponen en manos de unos pinches mocosos la unidad pesada con la cual han atropellados a cientos de transeuntes porque toda su puta vida andan a las carreras perreando el pasaje sin medir las consecuencias. no cabe duda que los mexicanos estamos esclavisados y secuestrados por dos grandes monopolios, grupo carso y grupo televisa que nos han exprimido, nos han vuelto a lis mexicanos dependientes de ellos, los hemos hecho millonarios a costa de nuestra ignorancia. Si en verdad queremos cambiar todo esto aunque no creo porque ya de por si al mexicano nos gusta la mala vida sin protestar, pero si la mayoria de las personas que son usuarios de bajos recursos o sea (proletariados) disculpen suena mal. pero son ellos que no tienen un carro propio y tienen que trasladarse sencillamente NO USEN EL ACABUS dijiera el peje SOLO EL PUEBLO PUEDE SALVAR AL PUEBLO. esto s viene criminal para todos los acapulqueños porque dudo QUE EN VERDAD RESUELVA EL TRAFICO DEL MUNICIPIO DE ACAPULCO.

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